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(Fragmento
de Artes del buen vivir,
Roxana
Kreimer, Ediciones Anarres)
El
sentido del humor es el término medio entre la frivolidad, para la que casi
nada tiene sentido, y la seriedad, para la que todo tiene sentido. El frívolo
se ríe de todo, es insípido y molesto, y con frecuencia no se preocupa por
evitar herir a otros con su humor. El serio cree que nada ni nadie deben ser
objetos de burla, nunca tiene algo gracioso para decir y se incomoda si se
burlan de él. El humor revela así la frivolidad de lo serio y la seriedad de
lo frívolo. Se trata de una virtud social: podemos estar tristes en soledad,
pero para reirnos necesitamos la presencia de otras
personas.
Etimológicamente
la palabra divertirse remite a la acción de salirse del vértice, es decir, a
la ruptura con el orden cotidiano de significados. El humor une dos cosas
dispares: "No dejes para mañana la posibilidad de encajarle a otro lo que
tengas que hacer hoy", dice Felipe, el personaje de Quino. El deber (hacer
lo que corresponde) y la falta (abusar de otro): dos sentidos diversos
entrelazados con naturalidad.
Carecer
de humor es carecer de humildad, es estar demasiado inflamado de uno mismo. Pero
no exageremos la importancia del humor: un mal tipo puede hacer gala de un humor
exquisito, y es posible ser buena gente y carecer por completo de sentido del
humor. No obstante, quien tiene humor suele ser más estimable que quien no lo
posee. El humor es una herramienta crítica de gran eficacia. "Leí La
Guerra y la Paz en veinte minutos. Es acerca de Rusia", decía Woody
Allen en tiempos
en que estaban de moda los métodos de lectura veloz. El humor es un instrumento
apropiado para promover la tolerancia, lo que llevó a Lichtemberg a escribir:
"Nada determina más el carácter de una persona como la broma que la
ofende". El humor permite ver lo que los demás no perciben, ser consciente
de la relatividad de todas las cosas y revelar con una lógica sutil lo serio de
lo tonto y lo tonto de lo serio. A veces el mejor consejo es el que proviene de
un chiste y no de una formulación teórica.
El
humor es una demostración de grandeza que pareciera decir que en última
instancia todo es absurdo y que lo mejor es reír, como aquel condenado a muerte
que llevan a la horca un lunes y exclama: "¡Bonita forma de comenzar la
semana!". El humor es una afirmación de dignidad, una declaración de
superioridad del ser humano sobre lo que acontece. Cuenta Diógenes Laercio que
a Metrocles se le escapó una sonora ventosidad mientras tomaba una clase de
filosofía. Tan grande fue el rubor que le sobrevino que se encerró en un
cuarto con ánimo de dejarse morir
de hambre. Crates entró a consolarlo tras ingerir comida flatulenta y, como no
pudo persuadirlo diciéndole que no había cometido ningún absurdo sino que
más bien sería cosa monstruosa no despedir los flatos según marca la
naturaleza, soltó él también su flato, con lo cual los dos rieron y Metrocles
dejó de sentir vergüenza.
¿Tiene
límites el humor? ¿Es posible hacer humor con el tema del Holocausto? Hay una
delgada línea divisoria entre la posibilidad de "reírse de" y la de
"reírse con". Chaplin ponía como condición de posibilidad del humor
la necesidad de que el chiste estuviera a favor del débil y no del fuerte.
Algunos diferencian tajantemente humor e ironía. Si Groucho Marx afirma
"Pasé una excelente velada, pero no fue ésta" y se lo dice a una
generosa anfitriona, se trataría de una ironía. Si en cambio se lo dice al
público, se trataría de humor. La ironía invertiría la ecuación de Chaplin
y se reiría a costillas del débil. Escribe Comte-Sponville: "Se puede
bromear acerca de todo: el fracaso, la muerte, la guerra, el amor, la
enfermedad, la tortura. Lo importante es que la risa agregue algo de alegría,
algo de dulzura o de ligereza a la miseria del mundo, y no más odio,
sufrimiento o desprecio. Se puede bromear con todo, pero no de cualquier manera.
Un chiste judío nunca será humorístico en boca de un antisemita. La ironía
hiere, el humor cura. La ironía puede matar, el humor ayuda a vivir. La ironía
quiere dominar, el humor libera. La ironía es despiadada, el humor es
misericordioso. La ironía es humillante, el humor es humilde".
Sin
embargo, no toda ironía es cruel. La ironía es una figura retórica que
consiste en dar a entender lo contrario de lo que se quiere decir. No me parece
que esta idea de ironía implique necesariamente una forma despiadada de hacer
humor. Diría más bien que hay un humor hiriente, esteticista, que no repara en
criterios éticos con tal de hacer reír. Si la ironía es utilizada en cambio
como instrumento de resistencia, el humor adquiere un sesgo liberador: una
modelo casada con un polista millonario responde, cuando el periodista se burla
del "trabajo" de su marido: "Se necesita talento para ser
polista". El que está al lado le dispara una ironía: "Claro, dinero
no hace falta".
Las
virtudes de reír y hacer reír no siempre van juntas. El Corán juzga
que quien hace reír al prójimo merece el paraíso, pero nada dice sobre el que
sabe reír. Conozco gente poco hábil para hacer reír, cuya risa es
deliciosamente oportuna y contagiosa. También ellos merecen el paraíso.
La risa
aparece como la distancia más corta entre dos personas. No es un mal comienzo
para la amistad. No es un mal recurso para aceptar -o retrasar- la propia muerte
y la de los demás. Hay culturas que entierran a sus muertos con alegría.
Prefieren recordar con risas y sonrisas, no con lágrimas y tristeza. Recordar
con filosofía, tal el refrán castizo para el que "tomarse las cosas con
filosofía" equivale a tomarse las cosas con alegría, con uno de los
sentimientos más serios, gratuitos y paradójicos con que podemos cepillarnos
las telarañas del alma.
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